LA TREGUA POLÍTICA DE SAN VICENTE

25/diciembre 2023

Por considerarlo de interés para los lectores de la Revista Diplomática publicamos un artículo de opinión que envía nuestro colaborador y analista internacional Leopoldo Puchi.

Por: Leopoldo Puchi

Un reciente titular de la BBC plantea que la única manera para que Venezuela recupere el Esequibo sería mediante una acción militar. Esta afirmación resulta, en principio, provocadora, ya que resulta evidente que existen diversas vías mediante las cuales Venezuela podría restablecer sus derechos, más allá de las afirmaciones incendiarias.

Sin embargo, este enfoque puede ser relevante debido a que a que el esquema de negociaciones establecido desde 1966, con la firma del Acuerdo de Ginebra, ha sido descartado no solo por Guyana, sino también por países como el Reino Unido, signatario del tratado. Esta situación pone en peligro una solución concertada y pacífica.

REINO UNIDO

Las recientes declaraciones del ministro británico para las Américas y el Caribe, David Rutley, muestran el alejamiento del camino de la diplomacia. Al afirmar que la disputa fronteriza del Esequibo se había “resuelto hace más de 120 años”, Rutley da a entender que el laudo arbitral de París de 1899 había zanjado la reclamación.

Ahora bien, al hacer una afirmación de este tipo, el ministro niega la existencia del tratado internacional que su país suscribió el 17 de febrero de 1966. Este acuerdo reconoce la controversia fronteriza y compromete a las pares a buscar una solución negociada.

El Acuerdo de Ginebra fue firmado por Michael Stewart, Secretario de Estado de Relaciones Exteriores, en representación del Reino Unido e Irlanda del Norte, y fue debidamente autorizado.

GUYANA

Por su parte, Guyana adoptó una posición de desconocimiento del Acuerdo de Ginebra desde 2015, cuando de manera unilateral, sin negociación o acuerdo con Venezuela, optó por iniciar gestiones para llevar el caso a la Corte Internacional de Justicia y entablar una querella, en lugar de cumplir con el Acuerdo de Ginebra que obliga a una solución amistosa.

Cuando se desconoce o incumple con un tratado internacional después de su firma, se le da la espalda a la diplomacia y se viola el derecho internacional.

RAÍCES

Al desechar la vía de las negociaciones, tanto el Reino Unido como Guyana nos remiten a las raíces históricas del conflicto, que tienen como elemento esencial un acto de imposición. A lo largo de la historia, la posesión de territorios ha estado estrechamente ligada a la correlación de poder entre naciones y alianzas. Las conquistas y presiones militares han sido claves en la adquisición forzada de territorios.

Los tratados, laudos arbitrales y acuerdos diplomáticos por lo general buscan formalizar esta correlación y legitimar las ocupaciones.

Durante su apogeo, el Imperio Británico expandió su dominio en África, Asia y América, incluyendo la Guayana Esequiba de Venezuela. Sin embargo, el dominio británico comenzó a declinar gradualmente a principios del siglo XX, especialmente después de las guerras mundiales, lo que facilitó el inicio de la recuperación de territorios tomados por la Corona.

DIPLOMACIA

En este contexto, en 1962, Venezuela denunció la apropiación de una parte del territorio venezolano por el Reino Unido y declaró la invalidez del laudo arbitral de 1899, considerado como una componenda legal para justificar un acto de fuerza.

En respuesta a la demanda de Venezuela, el Reino Unido firmó el Acuerdo de Ginebra comprometiéndose a buscar una solución conveniente para las partes, compromiso que fue heredado por Guyana. Esto implica la disposición a explorar opciones como compartir o distribuir el territorio y sus recursos a través de modalidades negociadas.

SAN VICENTE

Caracas ha insistido de manera permanente en retomar las negociaciones bilaterales, mientras que Georgetown ha mantenido una negativa constante. Sin embargo, ha surgido un espacio para la diplomacia con la tregua acordada en San Vicente y las Granadinas, facilitada por la Celac, Caricom y Brasil.

En la declaración conjunta, se establece la intención de dialogar sobre al territorio en disputa, tomando en consideración el derecho internacional y el Acuerdo de Ginebra. Dado que este acuerdo establece que no puede haber una victoria absoluta para Guyana o Venezuela, la Corte Internacional de Justicia debería reconocer la importancia de que ambas partes negocien y encuentren un resultado que equilibre sus aspiraciones.

Imponerle una decisión a Venezuela solo perpetuaría los efectos de la expansión territorial de la Corona Británica, algo obsoleto en la actualidad. Como se sabe, cuando la diplomacia falla, las armas terminan imponiéndose tarde o temprano.