OPERACIÓN LANZA DEL SUR: ESCALADA GUERRERISTA DE ESTADOS UNIDOS SOBRE VENEZUELA Y LA REGIÓN

20/noviembre 2025

Estados Unidos ha decidido desplegar su poderío militar en lo que históricamente ha considerado su zona de influencia exclusiva: el Caribe y América Latina. La llamada Operación Lanza del Sur, anunciada con la pompa belicista característica del gobierno de Donald Trump, no es un ejercicio rutinario. Es una demostración de fuerza cruda, un mensaje dirigido a Venezuela, a la región y al mundo, de que Washington está dispuesto a recurrir a la opción militar para imponer su hegemonía.

Lejos de ser una simple ‘misión antinarcóticos’, como la disfraza el Pentágono, este despliegue militar sin precedentes en el Caribe es una amenaza de guerra abierta y una pieza clave en la estrategia de agresión imperialista. La justificación oficial, la lucha contra el ‘narcoterrorismo y el flujo de drogas como el fentanilo’ es un velo hipócrita que ha sido claramente desenmascarado. Es el pretexto cínico para ocultar la verdadera meta: imponer su objetivo en Venezuela y la recolonización de América Latina y adueñarse de los inmensos recursos energéticos y mineros de la República Bolivariana.

Es la Doctrina Monroe potenciada, una reafirmación de que Estados Unidos considera a América Latina y el Caribe como su patio trasero, donde puede actuar con impunidad. El propio secretario de Guerra, Pete Hegseth, al anunciar la ‘Operación Lanza del Sur’, fue explícito en su visión neocolonial: ‘El Hemisferio Occidental es el vecindario de Estados Unidos y lo protegeremos’. Por tal razón, se ha puesto en marcha un despliegue militar de gran magnitud en el Caribe, acompañado por una retórica belicista que apunta directamente a Venezuela y, por extensión, a toda la región.

Estados Unidos busca reafirmar su hegemonía, especialmente en momentos de crisis interna y de pérdida de control hegemónico mundial. En un contexto de profunda crisis económica global y de creciente competencia con potencias como China, la Casa Blanca utiliza la agresión a Venezuela para reafirmar su hegemonía y consolidar su dominio militar sobre recursos estratégicos y rutas comerciales clave en el hemisferio.

El envío del USS Gerald R. Ford, el portaaviones más grande y tecnológicamente avanzado del mundo, es el símbolo más evidente de esta política, y es el buque insignia de la Operación Lanza del Sur. Con capacidad para 5.000 tripulantes y hasta 70 aeronaves, y operando con energía nuclear, su sola presencia es un gesto de intimidación brutal. El USS Gerald R. Ford es el más desarrollado para la guerra y está equipado con la tecnología más letal y capacidad para proyectar poder aéreo a miles de kilómetros de distancia. Su presencia implica la capacidad de lanzar ataques aéreos, operaciones anfibias, misiones de inteligencia profunda y proyección de fuerza a gran escala.

Su presencia en el Caribe es toda una declaración de intenciones belicistas. Es la reafirmación de Washington de que el Hemisferio Occidental sigue siendo su ‘esfera de influencia vital’. Con su llegada a aguas del Caribe convierte esta operación en uno de los despliegues navales más significativos en la región en décadas, con cerca de 15.000 militares desplegados. De hecho, varios informes de prensa internacional señalan que esta es la mayor concentración naval en la región desde la Guerra del Golfo. Estamos ante una agresión imperialista en la que el poder militar sirve como herramienta de dominación para garantizar intereses económicos y geoestratégicos.

La administración Trump no descarta ninguna opción en la agresión contra Venezuela. El propio presidente, fiel a su estilo amenazante, ha escalado la retórica al máximo. Interrogado sobre sus planes, afirmó este viernes 14 de noviembre que ya se había “decidido” sobre Venezuela, aunque sin detallar sus próximas acciones militares. Previamente, ya había barajado públicamente la posibilidad de ataques a objetivos terrestres en territorio venezolano.

Estados Unidos no oculta que busca ‘restaurar la seguridad hemisférica’. Esta frase, repetida por funcionarios como Pete Hegseth, Secretario de Defensa, no es nueva: forma parte del viejo lenguaje justificatorio usado para legitimar invasiones, golpes de Estado y bloqueos económicos a lo largo del continente. Lo novedoso, en todo caso, es la escala tecnológica de esta nueva fase, que sugiere que Estados Unidos está experimentando con un nuevo modelo de ocupación y vigilancia, menos dependiente de tropas sobre el terreno, pero aún más intrusivo y permanente. Por eso, muchos analistas descartan una invasión directa a Venezuela.

.